Conocí a Bolt Impresores en medio de un problema muy serio. Llegaba la Feria del libro y nuestro proveedor habitual de impresión digital me comunicó que por un tema de reestructuración cerraría el sector por varios meses y por lo tanto no producirían, como habitualmente, nuestro Catálogo Institucional de ese año. Dijeron que ya me habían enviado esta noticia 30 días antes, pero nunca recibí ese mail. Así que ahí estaba yo, con la Feria a la vuelta de la esquina y sin proveedor para nuestros catálogos.
Como la alternativa de llegar al comienzo de la Feria sin material de promoción institucional no era una opción aceptable, exprimí mi agenda, pero también salí a pedir recomendaciones a mis colegas de confianza. Un par de ellos mencionaron a Boldt Impresores y un tercero, a quien respeto mucho por su conocimiento del mercado, me pasó directamente el teléfono de Paula Camarda. “Llamala -me dijo-, es buena gente y una empresa que te va a gustar”. Me puse en contacto y rápidamente nos pusimos de acuerdo en tiempos y costos, y avanzamos. Era un trabajo contra reloj, pero la disposición y el nivel tecnológico de la empresa me dejó muy tranquilo pese a no conocerlos.
Durante el proceso hubo un par de problemas técnicos que complicaron la marcha de las cosas. Ante estas dificultades imprevistas, la gente de Bolt Impresores no escatimó recursos ni saberes para encontrar la mejor solución, y aun cuando esa solución resultó ser más cara de lo previsto, ellos mantuvieron el acuerdo inicial y no sólo nos entregaron en tiempo y en forma, sino que, además, mantuvieron al precio pautado desde el principio. Una actitud poco usual en estos tiempos complicados y ásperos, que me demostró el compromiso que ponen a cada trabajo.
Apostaría a que no ganaron plata con esos catálogos, pero construyeron confianza y fidelizaron al cliente que soy, que estará gustoso de seguir contando con ellos y que llegada la ocasión los recomendará sin duda alguna.
Después de haber andado el taller y de hablar con ellos, entiendo que Boldt Impresores cumple 90 años con un ojo puesto en los procesos de impresión que existen hoy, y el otro en los que vendrán mañana. Es reconfortante comprobar que después de tanto tiempo se pueda seguir teniendo ganas de aprender y prosperar. En este sentido, representan un gran ejemplo para las empresas más jóvenes como nosotros, Editorial Sigmar, que, con apenas 82 años, también queremos ser mejores cada día. ¡Feliz cumple!